Te cuento de mi hermana Teresa y cómo logré llegar a San Diego y traerla a Naguanagua, en esta Venezuela del siglo XXI. El caso se presenta, desde el 12 de febrero, por las manifestaciones que un sector del pueblo venezolano está realizando en contra del gobierno debido a la crisis económica, política y social por la cual estamos atravesando. Al respecto, no estoy aquí para expresar mi posición sino para contarles un caso de la vida real.
Teresa vive en San Diego y yo en Naguanagua, dos municipios de la ciudad de Valencia en el Estado Carabobo. La distancia entre ambas casas es de unos 5 km. Desde que iniciaron las manifestaciones mediante la modalidad de “guarimba” constituidas por barricadas que trancan el acceso y salida por las calles y avenidas de diversos sectores de Valencia, me preocupaba que mi hermana estuviera tanto tiempo sola y sin poder salir, dado que tenemos sólo una vía para transitar y salir del Conjunto Residencial. Desde el 20 de febrero, esa vía está tomada por los manifestantes y asediada por la GN con lacrimógenas y perdigones. Y la autopista estaba cerrada desde el distribuidor de Naguanagua hasta el distribuidor vial de San Diego, custodiada por la Guardia Nacional (GN). La GN tiene dos puestos de vigilancia en la autopista, uno en el distribuidor de Naguanagua y otro en la estación de servicio PDV, por la situación de disturbios callejeros y la amenaza de tomar la autopista por parte de los manifestantes.
Fotografía 1: iniciando las manifestaciones en la Urbanización El Tulipán, municipio San Diego, Estado Carabobo, Venezuela.
Es así como el miércoles 26 de febrero, cuando yo regresaba de mi trabajo en Puerto Cabello, encontré que la GN había abierto medio canal de ida hacia San Diego, el cual conduce también hacia Caracas. Entonces, sin pensarlo mucho, seguí para ver si podía llegar a mi apartamento en Senderos de San Diego y sorprender con mi visita a Teresa. Pero, nada, la sorprendida fui yo. Allí en el distribuidor vial de San Diego hacia las residencias, hay puestas varias barricadas hasta el primer semáforo para entrar a las residencias El Tulipán. Los carros que entramos al distribuidor nos encotramos con la primera barricada que nos bloqueaba el transito, pues, debíamos devolvernos. Seguí la autopista hasta entrar por el siguiente distribuidor vial La Cumaca, para irme por la vía hacia el pueblo de San Diego, pero estaba muy congestionado, y yo muy asustada. Me devolví.
Decidí aplicar el plan B, llamé a Teresa para que preparara su morral y maleta, de manera que ella se viniera y yo esperarla en el distribuidor de San Diego, frente a la barricada. Ella vendría caminando hasta mi carro y nos iríamos subiendo el elevado del distribuidor hacia Naguanagua. Así lo hicimos, yo esperé cerca de una hora en la estación de servicio PDV de la autopista, donde está un Church Chicken. Estaba que me moría del susto y en extrema alerta. Por fin, con la llamada de Teresa me fui a encontrarla en el lugar de la manifestación.
Había gente pendiente de cuanto carro y moto tratara de entrar. Yo iba dispuesta a traerme a Teresa. Nuevamente, llegué al distribuidor de San Diego. Ahora entré por la salida hacia Caracas, circulando en sentido contrario (aquí se dice, comiendome la flecha) para estar más cerca de donde vendría mi hermana. Puse las luces de emergencia, me detuve en la avenida, pero sin apagar el motor de mi vehículo. No pasaron 5 minutos, se me acercó un chamo haciéndome señas con sus brazos como “qué buscaba”. Yo también le hice gestos, señalándole por donde venía Teresa. Al parecer, él no la vió porque ella todavía venía por la calle de servicio, lateral y paralela a la avenida, y le faltaba como una cuadra para llegar al puentecito que comunica con la avenida Don Julio Centeno donde me encontraba. Esa es una zona muy linda pero ahora está bloqueada por escombros que evitan la entrada.
Fotografía 2: opositor al gobierno levanta una barricada en la principal avenida del municipio San Diego, Estado Carabobo, Venezuela. El acceso a la autopista se encuentra unos 200 metros adelante, cerca del samán donde se encuentra otra barricada. Allí, esperé a Teresa.
Entonces, vi un grupo como de 8 personas jóvenes con morrales, 2 mujeres entre ellos, que venían despacio. Pensaba que ellos también estaban por abandonar el municipio. Nada más contrario a eso, eran manifestantes que se acercaban a saber que hacia yo allí. Cuando llegaron a la barricada, unos se quedaron arreglándola hasta subirla como a unos ochenta centimetros de alto. Ya Teresa se veía a lo lejos como a cien metros, había pasado el puentecito hacia la avenida. En la barricada, un chico y una mujer, ambos de más de 20 años, se acercaron al carro y yo bajé la ventanilla, muy poco, cerca de un centímetro. Ellos me preguntaron: ¿qué busca?, a lo que yo le respondí: a aquella viejita que viene allá con la maleta.
Con eso, el chico amablemente me dijo: no se preocupe señora, yo la voy a ayudar. Ambos se devolvieron y el chico fue al encuentro de Teresa. Ella no le quizo entregar la maleta. Ellos la acompañaron. Luego, ella tuvo que levantar la maleta en la barricada. El chico tomó la maleta y les indicó a los otros que le dieran paso a mi hermana. Apartaron un poco los escombros como para dejarla pasar. Volvieron a completar la tranca. Varios jóvenes acompañaron a mi hermana y uno de ellos trajo la maleta hasta mi carro, yo abrí la maletera de mi vehículo y el chico guardó allí la maleta de Tere. Se despidieron y me aconsejaron que tuviese cuidado porque en el elevado habían “miguelitos” (unos artefactos con clavos que revientan los cauchos al pasarles por encima). Con mucho cuidado partimos. Al final, salimos temblando y aterrorizadas por la idea de lo que pudo habernos pasado si llegaba la GN o la Policia del Estado, pero felices de salir de esos disturbios.
Fotografía 3: En tanquetas y motos, la GN dispara bombas lacrimógenas, cohetones y perdigones a los manifestantes, en la noche del jueves 20/02/2014, frente a la urbanización El Tulipán, San Diego, Venezuela. 42 personas heridas en San Diego
Desde ese día, estamos aquí en Naguanagua. Un poco más tranquilas porque estamos juntas. Sólo hemos salido una vez para ir a la farmacia y para comprar vegetales. Juan, mi marido, ayer nos trajo de Chichiriviche: pasta, margarina, leche y crema dental. Él se regresó a Chichiriviche por asuntos familiares. Ahora, nosotras tenemos lo suficiente para una o dos semanas. Tendremos que salir en otra oportunidad. Ya veremos cuando ocurra. Aquí, las barricadas tienen un espacio para circular y un tiempo para abrirse, generalmente en las mañanas. Luego, se vuelve a armar la barricada para impedir el paso del colectivo de motorizados armados que han disparado a la gente y quemado algunos carros y casas del municipio.
Esa es mi anécdota en estos últimos días. Aquí en Naguanagua, Carabobo, Venezuela.